Nada más parecido a esa actitud sado masoquista de la oposición que el teatro de la disociación llamado ABSURDO, reflejado en la obra de escritores y dramaturgos como Edward Albee, Eugène Ionesco, Arthur Adamov, Bertolt Brecht y Samuel Beckett. Nos trata de decir "algo" -en profundidad- que no es más que la traducción lastimosa de la Nada en que se hayan sumergidos "algunos": en ese mundo de apariencias, donde cualquier relación se sostiene sobre una plataforma hipócrita, de una clase que debe hasta la sombra de los glúteos y la que hay debajo del ancho anillo que lucen. No conocen otro tipo de comunicación que no sea la de sacarse provecho mutuo, nada humano les es pertinente, tienen rotos todos los puentes de la armonía, se creen superiores entre ellos mismos, ninguno nunca presume acondrioplasia social. son todos GRANDES, INTERESANTES, ÚNICOS, ELEGIDOS -cada uno, a su manera, se siente el jarrón chino de dinastía, del salón donde se apretujan las cosas que les da valor- una gama de impenitentes viajeros y Phd, que escribieron "la más luminosa tesis" que jamás se haya escrito en la Universidad donde se graduaron. Todos apolíneos, en ellos todo es "Superior": curso superior de pulidor de lunas, Escuela Superior de castañeteo de dientes, Orden Superior de comparadores de meñique, etc. Gente sin raíces espirituales -aunque beban agua de la pila de iglesia- sin ideales propios, que no sean los que les hayan moldeados los hábiles y perversos medios de comunicación (sufren de infrofrenia) y la mejor forma de comunicarse es mediante la "traición", la "envidia" y la "enemistad". Cualquier crítica les parece agresión, cualquier consejo es una "movida de piso". Inercia sin tregua, brutalmente destruida la pradera de las verdaderas emociones, quemada la primavera de la conciencia, van tras las cosas como el perro cuando el dueño le saca a oler miados ajenos y buscar donde hacer su cosilla. En lo intimo están más fragmentados que un curso de craquelado, no se reconocen, como en la obra "La cantante calva" de Ionesco, van en su auto y no miran a nadie (no saben mirar) y cuando notan que alguien les está viendo fijamente, en un semáforo, se sienten amenazados -descubiertos- y perseguidos; los únicos muertos que les duelen son los suyos y cuando asisten al velatorio de otro no lo hacen sino para que los anoten en la lista cuando haya que escribir en el cuaderno luctuoso y preparar el terreno del ascenso o del negocio en ciernes con un "amigo" que va a estar allí. Nunca mejor retratados que en "Los pequeños seres" por Salvador Garmendia.
!Un interesante teatro (el del Absurdo) que advirtió tempranamente esta conducta de la llamada clase media con. aspiración a alta y alta. con .aspiración a clase alta...he ahí a las antiguamente llamadas "buenas familias" que viven un mundo visible y otro invisible que muy celosamente ocultan. En realidad "Malos vecinos", viven en edificios y urbanizaciones de casas, no se conocen, se saludan con duda, desdén u obligación, ninguno sabe quién es quién, ni para qué sirve uno al otro; llegan a saber quién es su vecino sólo cuando alguien aparece en prensa o por azar (en visita ante un especialista de salud) o en un registro, una notaria, etc. ! Y tienen que ir los colectivos de los motorizados más humildes -a quienes les han matado miembros bajo su aplauso- honorables hombres de la Guardia Nacional (cuyo asesinato a manos de francotiradores celebran) y miembros de otra Alcaldía a limpiarles el chiquero, el detritus, el sarro físico que emana de sus mentes y espíritus! ¡Ese estilo de vida no tiene nada de mágico, a mí particularmente me horroriza.!, no me atrae ni su queso, ni su vino, ni su whisky, ni su comida exquisita, ni el pan que sabe a ceniza. Me produce lo que en filosofía llamamos "asco substancial" y una profunda tristeza filosófica. Esa manera de vivir es un Ghetto, algo sumido en la más absoluta pobreza espiritual, tocan fondo recurrentemente, son los hijos de Ícaro -siempre volando con alas de mantequilla- y pretenden endilgar la culpa de sus deudas, de sus infidelidades, de su incomunicación, de su ocultamiento, de su miedo a ser mirados, al factores externos como el gobierno, el vecino, el socio, el negro o la negra esa. Hoy los he visto de cerca, los he mirado casi célula a célula, viviendo como una comuna de suicidas, en esas barricadas absurdas, semejantes a las cárceles medievales del pintor Odilón Redón. Reflejo de su barricada moral y societal, donde han dejado escurrir su amargura siniestra. ¡No quiero que me inviten nunca más, a conferencia, ni actos de grado, ni defensas de tesis, ni foros, simposios, Jornadas u otras menudencias...No creo en tales galanterías ni excelsos perfumes de la intelectualidad. He visto la miseria más perfumada y ha quebrantado mi capacidad de asombro!..¡¿Si esta es la gente estudiada y viajada. la que olvida su origen y se inventa otro?! !..yo pido a Dios que cada día disminuya mis capacidades para que cuando muera coloquen en mi epitafio: "Aquí yace Gabriel Mantilla, el hombre más bruto que esta Patria haya adoptado"!.
GABRIEL MANTILLA CHAPARRO
Prof. Escuela de Letras. Jubilado. Titular.
Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela.
Mag.Sc. Literatura Latinoamericana
Pontificia Universidad Javeriana.
Santafé de Bogotá.
*Autor de unos libritos y poemillas.
gabrinadja@yahoo.com
sombradepajaroenelagua@gmail.c
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